miércoles, 6 de julio de 2011

Peter Kurten



Vampiro de Düsseldorf, tubo una infancia terrible. Presenció los malos
tratos de su padre hacia su madre y sus hermanas y hasta a el mismo
además de vivir en la pobreza, comenzó a cometer pequeños delitos y
hurtos. Asesino y fue metido en la carcel, luego se regeneró, se caso
pero volvió a matar bebiendo la sangre de sus víctimas y luego las
violaba, especialmente a niñas. Fue apresado y juzgado por diferentes
descuidos.
El criminal llego a decir que bebía sangre como quien fumaba tabaco, un
vicio menor e inofensivo. Comportamiento que le salvo de la guillotina
alegando locura.
En el juicio se encontraba presente Fritz Lang, luego director del film El vampiro de Dusseldorf.

Friedrich Haarman



Homosexual conocido como el Carnicero de Hannover. Este hombre fue
juzgado por la muerte de 24 hombres a los que ademá de morder el cuello
hasta matarlos, vendía como carne en el mercacado clandestino. Eran
épocas d e mucha escasez y nadie se preguntaba por el orígen de dicha
carne.
Con el colabara Hans Grans. Fueron detenidos, pero antes de ser
ejecutado firmo una carta para librar de la condena a su cómplice. El
fue decapitado en 1925, su amigo condenado a prisión.

Gilles de Rais



Durante la guerra de los cien años entre Francia e Inglaterra. En un
castillo de Tiffauges, se aseguraba que era la verdadera morada del
demonio.
Torrerón donde Gilles llevo a cabo muchas de sus torturas
Gilles demostró su inclinación por la mladad desde muy joven. Sirvió a
Juana de arco, pero al ser esta quemada en la hoguera Gilles tubo que
volver a sus tierras, donde quedó en la ruina por la mala
administración de su fortuna. Comenzó a llenar su corte de brujos y
alquimistas con el deseo de que le subministrasen la Piedra Filosofal
para resolver sus apuros económicos. Se decia que dicha piedra daba la
juventud eterna y convertia a toda substáncia en oro.
Francesco Prelati lo inició en el arte demoníaco; le convenció de que
podía comunicarlo con el propio Lucifer y hacer que este le sirviera
con el modesto precio de sacrificios humanos.
Durante cinco años, Gilles rapto a niños y adolescentes a los que primero violaba y luego despedazaba.
Podría haber quedado impune de sus actos de no haber entrado en una
iglésia a la fuerza y apalear al un clérigo. El obispo Jean Malestroid
lo acusó de la inmolación de doscientos niños. Fue ahorcado con dos de
sus secuaces pero no sin antes confesar arrepentimiento e implorar el
perdón de las familias de sus víctimas.